Algunos órganos de nuestro cuerpo son glucodependientes (cerebro, músculo e hígado), su principal fuente de energía proviene de la
glucosa que es sintetizada de los carbohidratos.
Por ende, es necesario consumir harinas, ya que la ausencia o eliminación de éstas, en los alimentos que se eligen a diario, podría traer
consigo efectos adversos en el metabolismo, la concentración, el aporte energético, pérdida de masa muscular (la cual no se vuelve a
recuperar), debilidad muscular e irritabilidad.
Lo más preocupante es que cuando se vuelvan a consumir, el organismo ha realizado un proceso de adaptación y ha reducido el gasto
energético basal, por tanto, se almacenará como grasa y no sólo subirá el peso, sino que es posible que aumente más kilos de los que se
habían perdido. Sumado a ello, aumenta la predisposición de enfermedades crónicas como la diabetes, dislipidemias como colesterol o
triglicéridos altos, hipertensión y enfermedades coronarias.
Reiteramos la importancia de asesorarse con un profesional de la nutrición que sepa balancear el estilo de vida, la actividad física y las
necesidades de energía que se obtienen de los alimentos, que eduque sobre cantidades y elecciones sanas como los alimentos integrales,
fuentes de fibra, así como aumentar el consumo de frutas y verduras.
Referencias bibliográficas:
- Ángeles Carbajal Azcona. Manual de nutrición y dietética. Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid.
- Roset A. Gonzalvo B. Energía, nutrientes y no nutrientes. Ingesta equilibrada. Ingesta deficiente, excesiva o desequilibrada y sus consecuencias. Dieta y salud. Capítulo 1. Pag 15-29.