Por: Enrique Melgarejo, MD. Cardiólogo-Electrofisiólogo. Ex Presidente Sociedad Colombiana de Cardiología. Profesor Emérito Hospital Militar Central.
Juan Carlos Santacruz. Comunicador Especializado en Salud. Director de la Fundación Colombiana del Corazón.
Apenas despuntaba el año y empezamos a escuchar noticias del otro lado del mundo anunciando la llegada de un “raro” virus, que en apenas 4 semanas se convirtió en epidemia (se propagó rápidamente en un mismo lugar con perjuicios graves). Se originó aparentemente en un mercado chino en la ciudad de Wuhan en diciembre 2019.
Tres semanas después, cuando aún no había terminado el primer mes del año 2020, la Organización Mundial de la Salud – OMS – definió el nuevo virus como una pandemia porque había llegado el contagio a todos los continentes. Hoy el COVID 19 está presente en 183/195 países del mundo.
¿QUÉ ES EL COVID-19? Es una enfermedad contagiosa producida por un coronavirus. Se conocen con ese nombre porque son virus que tienen envoltura en forma de corona. Hay varios de ellos como la gripa o el resfrío común. Pero en este caso, no es una gripa más y tampoco una forma exclusiva de complicaciones pulmonares. Con la información disponible, este coronavirus puede, (además de complicar en forma severa el pulmón), ocasionar una afectación más implacable en las arterias , el sistema inmunològico o de “defensas”, y en el sistema de coagulación, que lleva al paciente a una respuesta inflamatoria generalizada que puede finalmente comprometer todo el organismo, incluyendo el corazón .
¿POR QUÉ HA TENIDO TANTO IMPACTO? Es un virus con un comportamiento poco común. Uno de esos factores, fuera de lo tradicional, es que se transmite cuando es asintomático. Puedo usted sentirse totalmente sano, pero contagia a otros. Esto es inusual en las infecciones virales. Además, se propaga amplia y rápidamente, pero entre un 40 y 80% de los infectados no se darán cuenta que tuvieron el virus porque no les produjo síntomas o fueron mínimos. Entre un 20 a 25% tendrán una “gripa fuerte” sin complicaciones mayores. Alrededor de un 10% (las cifras varían en diferentes regiones del mundo) requerirán hospitalización, y de estos, un 5% terminarán en cuidado intensivo y de los que requieren ventilador, 2 de cada 10 sobreviven. La salud pública hasta el momento no ha logrado tener seguridad de la inmunidad de quienes se han recuperado y se han presentado rebrotes en distintas partes del planeta, incluso después de superar el pico más alto de contagio como en China y Corea del Sur.
Otra realidad de este virus, como todos, es que es “mutable”, o sea que cambia sus propiedades y no se puede hacer una vacuna definitiva. Probablemente haya que modificarla cada año (como la vacuna de la influenza), pero al menos existirá una base. Es difícil asegurar que el virus desaparezca del planeta, como se ha logrado con otros, pero el hecho de que sea mutante también podría hacerlo menos agresivo.
La conclusión es que este virus llegó para quedarse. Se podrán inventar fármacos que “controlen o atenúen” la enfermedad, o desarrollar una vacuna (proceso muy demorado que requiere experimentos en animales y humanos buscando su dosis efectiva que garantice seguridad terapéutica en humanos). Por ahora, ya se omitió la etapa animal ante la rapidez de la propagación.
¿ES MUY MALIGNO? Afortunadamente la letalidad, capacidad que tiene un microorganismo para matar, realmente es baja. A la fecha está en 5.76% del total de contagios. Pero esta cifra es relativa porque depende del número de pruebas aplicadas. Es más fiable si se mide con relación a la población total. Así las cosas, en Colombia estamos a fecha de 24 junio 2020 en 20 casos por millón de habitantes. La más alta del mundo es de 452 en Suiza. Allí no hicieron confinamiento. En Estados Unidos es de 336, en Perú de 157 y en Chile de 75 por millón de habitantes, para mencionar algunas referencias. Podríamos afirmar que en Colombia no estamos tan mal, pero no hemos llegado al pico, el cual, a partir de las proyecciones de epidemiólogos puede presentarse a finales de julio a mediados de agosto.
No obstante, si exploramos en las estadísticas mundiales y locales y las comparamos con el COVID-19, la realidad es que mata más el hambre en el planeta: en Asia mueren de hambre 513.9 millones al año, en África 256.1 millones al año y en América Latina y el Caribe 42.5 millones al año. La obesidad, con sus enfermedades consecuentes como el infarto, la diabetes, la hipertensión y el ataque cerebral, también matan, y mucho más que el COVID-19. En Estados Unidos muere cada minuto una persona por infarto y es la primera causa de mortalidad en todo el mundo: 19.7 millones en 2017 según la OMS. También mata muchísimo más el cáncer, los accidentes de tráfico, el cigarrillo, y hasta el suicidio es mayor que las muertes producidas por esta pandemia que logro paralizar prácticamente a toda la humanidad.
¿Entonces, por qué las medidas tan drásticas en casi todo el planeta? Por el miedo a morir. Es un virus que no discrimina razas, ni latitudes, no distingue entre pobres y ricos, pero se agudiza en poblaciones vulnerables cuando hay especialmente desnutrición, hacinamiento y defensas inmunológicas disminuidas. Se siente miedo ante una enfermedad nueva que está matando gente y no se encuentra una clara explicación, ni desde la ciencia, ni desde la condición de las creencias populares.
Pero de todas estas cifras, con las que nos han torpedeado en estos tres últimos meses, hay unas que merecen una especial atención y son los registros de recuperación espontánea cercana al 80%, simplemente permaneciendo en la casa. Según del Instituto Nacional de Salud en Colombia cerca de la mitad de contagiados han logrado salir de la enfermedad solamente estando confinados en casa. Del total de contagiados solo el 5% están hospitalizados y el 1% permanecen en unidades de cuidados intensivos.
¿CÓMO SE PROPAGA EL COVID 19? Una persona puede contraer el COVID 19 por contacto con otra que esté infectada por el virus. La enfermedad se propaga principalmente de persona a persona a través de las pequeñísimas gotas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar. Estas gotitas son relativamente pesadas, no llegan muy lejos y caen rápidamente al suelo. Si una persona las inhala se contagia y puede desarrollar la enfermedad. Por eso es importante mantenerse al menos a un metro de distancia de los demás. Estas gotitas pueden caer sobre los objetos y superficies que rodean a la persona, como mesas, pomos y barandillas, de modo que otras personas pueden infectarse si tocan esos objetos o superficies y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca. Por ello es fundamental lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón y tratar de traer al consciente la necesidad imperiosa de no tocarse la nariz, la boca o los ojos.
¿Cómo podemos protegernos a nosotros mismos y a los demás si no sabemos quién está contagiado? Practicar la higiene respiratoria (al toser, taparse la boca no con la mano sino con el antebrazo); usar pañuelos desechables, lavarse las manos frecuentemente y mantenerse al menos a un metro de distancia de los demás. Estas recomendaciones son lo más importante para cuidarnos y cuidar a quienes nos rodean.
¿CÓMO SE MANIFIESTA? Mucha gente ni siquiera se dará cuenta si se contagió o quizá sentirá un leve resfrío. Pero cuando la enfermedad evoluciona y es severa puede llevar a complicaciones letales como ya se mencionó.
¿CUALES SON LOS SÍNTOMAS DE ALARMA? Uno de los más frecuentes y tempranos es la fiebre acompañada de malestar general, características de una gripa común. Pero luego se presenta tos seca con poca expectoración y falta de aire. Este es un síntoma esencial cuando se asocia a los anteriores. Es en este momento cuando se debe pedir ayuda y de manera inmediata. Lamentablemente, mucha gente por miedo a “que le peguen el virus” acude muy tarde al centro asistencial, al punto que en la gran mayoría de ocasiones la enfermedad ya es más severa y el manejo es más complejo, reduciendo la brecha de recuperación.
¿HAY TRATAMIENTO? Hasta la fecha no hay un tratamiento específico que “salve vidas”. Solo ayudas de soporte como oxígeno y algunos medicamentos que se usan dependiendo de la gravedad y de la etapa de la enfermedad, hasta llegar la intubación (el ventilador).
Es trascendental evitar automedicarse (menos con recomendaciones insensatas de algunos políticos como hemos visto en los medios), tampoco sirven las gárgaras de sal, menos ingerir o untarse desinfectantes, tampoco las vitaminas y sí que menos los rezos y hechizos.
¿SI ME ENFERMO O CREO TENER EL VIRUS QUÉ DEBO HACER? Antes de nada, avisarle a su gente más cercana y aislarse. Quiere decir encerrarse en un cuarto, usar tapabocas permanentemente, tener vajilla personal, no salir a ningún lado, lavarse frecuentemente las manos con jabón y avisar a su EPS de manera inmediata para solicitar una prueba. No es prudente ir a urgencias, porque si está contagiado, lo va a diseminar en toda la cadena de ese proceso, desde que sales de casa.
¿CÓMO SE PREVIENE? Lo más eficiente es mantener la distancia, lavado frecuente de manos, usar tapabocas siempre que salga a la calle, cubriendo permanentemente la nariz y la boca (no en el cuello: ¡el Coronavirus no produce coto!), y evitar aglomeraciones.
¿CÓMO UTILIZAR ADECUADAMENTE UNA MASCARILLA O TAPABOCAS? Antes de tocar la mascarilla, lávese las manos. Use mejor una de tela doble que es lavable. No toque con las manos la tela, sujete solamente las tirantas o el caucho para las orejas para ponérselo. Tampoco se debe tocar la tela para retirarlo y antes de hacerlo también será preferible lavarse las manos. Tómelo solo de las tirantas y llévelo a la lavadora inmediatamente.
¿PARA QUÉ SIRVE EL CONFINAMIENTO? – Las epidemias tienen un inicio, una pendiente de nuevos casos, un pico y una fase de desaceleración que puede terminar en desaparición, o en atenuación latente (se convierte en endemia, es decir, persiste, pero menos letal). El confinamiento, que se ha aplicado en diferentes grados de severidad, lo que pretende es atenuar la pendiente de ascenso para retardar el pico y que este sea menos intenso en volumen de enfermos. Ese retardo hace posible dar tiempo para que los sistemas de salud se preparen y que no llegue una “avalancha” de enfermos que colapse la capacidad de las camas en las unidades de cuidado intensivo (UCI).
¿QUÉ HACER DURANTE EL CONFINAMIENTO? En Colombia se decidió confinar severamente a los mayores de 70 años porque son los que más se mueren. Pero también se mueren los jóvenes (hasta 30-35% menores de 70 años). El mayor número de muertes se produce en las personas vulnerables. Aquellos que tienen además enfermedades adicionales como hipertensión arterial no controlada, diabetes, enfisema, falla cardíaca, obesidad, cáncer, SIDA y otras enfermedades que disminuyan las “defensas” o depriman el sistema inmunológico. Si usted tiene algo de lo anterior debe extremar las medidas de cuidado y tener seguridad que su médico le esté realizando el seguimiento y control. Estas son las medidas inmediatas.
Para la estrategia de Corazones Responsables de la Sociedad Colombiana de Cardiología y la Fundación Colombiana del Corazón las medidas inmediatas deben complementarse con las medidas mediatas, donde la clave consiste en lograr que el cuidado se convierta en su estilo de vida para garantizar tener un sistema inmunológico fortalecido tanto para sanos como para enfermos.
El cuidado como estilo de vida propone que seamos activos, sumando minutos al día de movimiento, así sea en casa; que aprendamos a comer, que es aprender a elegir, donde la base fundamental está en entender que las vitaminas se buscan en la comida y no en las farmacias, que debemos aumentar el consumo diario de frutas, verduras, fibra y agua y que debemos controlar el consumo de grasa, azúcar y sal.
Para Corazones Responsables es vital estar lejos del humo del cigarrillo y de los denominados cigarrillos electrónicos, pero adicionalmente, y sobre la base de numerosa evidencia científica, hace énfasis en la necesidad de entrenar la mente para los pensamientos positivos, mantenerse en atención plena y disfrutar de la Vitamina N, que es la que proporciona la naturaleza con su excepcional valor terapéutico. Si sale, busque la naturaleza, camine sobre la hierba, abrace un árbol.
Ocupe su mente con libros, películas, conversaciones y encuentros, en su entorno circunstancial o de encierro, que le permitan mantener el optimismo, que logren una higiene mental y procure tomar control del presente con la atención plena para cada momento de su día, desde el momento en que se levanta hasta que vuelve a dormir. Es intentar valorar y sorprenderse con los pequeños detalles que le ofrece la vida.
Estas decisiones deben complementarse con lo que Corazones Responsables ha denominado la cultura de los números del corazón que es conocer aquellos números que nos dan el verdadero poder sobre nuestra vida, que son la frecuencia cardíaca o pulso, la presión arterial, la glucemia o azúcar en ayunas, el tamaño del perímetro abdominal, el peso adecuado o los valores de colesterol y triglicéridos. Si todos estos números son normales debe continuar con su plan de alimentación y no suspender de ninguna manera la medicación, en caso de estar medicado.
La frecuencia cardíaca debe estar entre 70 y 80 por minuto en reposo (también es una medida que la muestra el tensiómetro). La presión arterial ideal debe estar en 120/80 mmHg., la circunferencia de la cintura no puede superar los 90 centímetros en hombres y los 80 en mujeres, la glucemia en ayunas no debe ser mayor de 100, mientras que el colesterol LDL -o “malo”- debe ser menor de 100 y los triglicéridos menores de 150.
La Fundación Colombiana del Corazón desarrolló “El método 10 del Cuidado como estilo de Vida” como una guía para que sanos y enfermos puedan lograr mantener un sistema inmunológico fortalecido. Para encontrar los detalles de esta guía puede ingresar a www.corazonesresponsables.org, así como en el canal YouTube de Corazones Responsables donde puede encontrar guías en video de todo el método sin costo alguno.
¿CUÁL ES LA MEJOR MANERA DE CONVIVIR? La mejor manera es aceptarnos a nosotros mismos y a los demás. Si practica la Cultura del Pensamiento Positivo y la Cultura de la Conciencia plena va a encontrar el método óptimo para la aceptación de sí mismo y de los demás. La tolerancia, que es ponerse en los zapatos de los otros. Los demás también sienten y sufren. No todos somos iguales ni debemos pensar igual. Pregúntele a quienes conviven con usted cómo se sienten hoy, y escúchalos; encuéntrese con su mirada y hablen sobre cómo se sienten para ayudarse mutuamente. Nada más afectivo que compartir, sin juzgar.
Nunca pierda la opción de practicar la compasión por el otro que es sentir genuinamente solidaridad frente a las dificultades que enfrentan los demás. Las Leyes del retorno y de compensación existen.
¿CÓMO ABORDAR LA DEPRESIÓN Y LA ANSIEDAD? Realmente el confinamiento drástico a los adultos mayores, mal llamados “abuelitos”, es duro especialmente en esa edad. Si tienen enfermedades de base son más vulnerables al contagio y es mejor que eviten salir.
No obstante, es clave tener en cuenta que una parte importante de esta población, aún está activa. Son mentalmente lúcidos, productivos e incluso brindan cuidado a otros, lo que los convierte en personas más propensas a tener episodios de ansiedad, angustia y depresión, especialmente cuando prácticamente son sometidos a comportarse como inútiles.
La recomendación es que intenten mantenerse con la mente y el cuerpo activos. Dedicarse a un hobbie es ideal, (si no lo tiene, búsquese uno) pero la lectura y las buenas conversaciones son compañeros excepcionales para alimentar la mente y tener siempre un ánimo constructivo. Encontrar elementos que generen estímulo cerebral positivo es la clave, y además de los mencionados, también resulta útil escuchar la música que más le gusta, no solamente oírla, sino inspirarse en ella. Es importante evitar ver y escuchar noticias a cada momento. Puede estar bien informado si solamente ve un noticiero.
Intente vivir el presente con atención plena. Un día como hoy no se repite jamás. Vívelo intensamente. Intente no lamentarse por el pasado. Ya se fue, es historia. Intente no preocuparse por el futuro, es incierto y no vale la pena imaginarlo. El regalo del hoy es para disfrutarlo plenamente.
La sabiduría de filosofía hindú precisa que “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Depende de mí, de la forma en la cual yo reaccione o piense. Somos felices si lo decimos nosotros mismos, nadie más lo decide por nosotros.
Quizá la llegada de este virus es un buen momento para pensar que la vida está hecha del hoy y que reafirma que somos seres finitos y que esta realidad nos obliga a disfrutar del momento presente con aceptación y para conocernos nosotros mismos.
EXPRESIÓN DE LA CULTURA EN FORMA DE SOLIDARIDAD. Una de las causas por las cuales crece la velocidad del contagio es por la ausencia de respeto, conciencia y solidaridad. No es por falta de conocimiento, es por no aceptar que cada uno es responsable desde lo individual. Si nos cuidamos como consecuencia vamos a cuidar a los demás. Hay quienes desenfadadamente afirman: ”Yo salgo, a mí no me va a dar”, solo “mata a los viejitos”, o “necesito trabajar”. Debemos entender el valor de la solidaridad que nace del respeto por los demás, donde el cuidado como estilo de vida toma una importancia inusitada en todos sus elementos de impacto. Si yo me cuido también estoy cuidando a mi entorno y a quienes me rodean.
¿VOLVEREMOS A LA NORMALIDAD? Definitivamente no. Mientras que no logremos dominar el virus, tendremos que cuidarnos. Volver a estadios, conciertos multitudinarios, caminar por los centros comerciales, cruceros, viajes por el mundo, solo se podrá realizar cumpliendo estrictas normas de cuidado biológico. Como especie, los seres humanos hemos demostrado que después de una tragedia global, nos asustamos, pero a diferencia de otros seres vivos, como los animales o las plantas, no nos comportamos como una sola especie unida, no nos volvemos gregarios ni pensamos en ayudarnos unos con otros, al punto que a veces descubrimos más comportamientos de cuidado en las otras especies como especie.
Tenemos conciencia, a diferencias de las otras especies, pero curiosamente no cambiamos. No nos solidarizamos ni pensamos en la equidad, en la caridad, en la aceptación o en la compasión y actuamos escogiendo de manera egoísta la condición humana de la envidia, el odio o la codicia. El mundo va a cambiar, no nos neguemos la oportunidad excepcional que tenemos de cambiar nuestra condición, apegada a sentimientos de egoísmo, para que la “nueva normalidad”, nos encuentre fortalecidos en humildad, aceptación, compasión y amor.