Las condiciones de la vida moderna causan lo que podemos denominar “enfermedades de la civilización” como el cáncer, la diabetes, la obesidad y las enfermedades del corazón, que se suman a las expresiones de ansiedad y depresión en permanente crecimiento en la denominada era digital. Más enfermedades y más medicamentos con el detonante adverso de las inevitables reacciones del consumo de las terapias farmacéuticas.
El tratamiento a través de la medicación es una posibilidad, pero queremos proponer otro enfoque terapéutico. Se trata de un método antiguo, elogiado por el saber milenario, pero a veces ignorado por el avance de la ciencia: la terapia del contacto con la naturaleza.
Estar en el bosque, las montañas, un lago o la playa mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y las preocupaciones, calma la agresividad, reduce el enojo y promueve un sentimiento de alegría general, además de fortalecer el sistema inmunológico.
La presión arterial, la tensión muscular y el nivel de hormonas estresantes disminuyen más rápidamente en ambientes naturales.
En la primera Conferencia Internacional de la promoción de la Salud, llevada a cabo en la ciudad de Otawa (Canadá) en 1986, se llegó a importantes conclusiones, como esta primordial: “los lazos que, de forma inextricable unen al individuo y su medio, y que constituyen la base de un acercamiento socio-ecológico a la salud.” Además, que “la protección de los ambientes naturales y la conservación de los recursos naturales, debe formar parte de las prioridades de todas las estrategias de promoción de la salud”.
Parques Nacionales Naturales de Colombia y la Fundación Colombiana del Corazón lanzan esta campaña para lograr que los profesionales de la salud puedan aprender a prescribir la naturaleza como salida terapéutica complementaria.